En el ámbito laboral, nos encontramos ante un nuevo panorama del que se necesita mucha información. Datos, análisis sobre ellos y una obtención de insights que nos permita, entre otras cosas, entender el impacto y los cambios generados por el teletrabajo.
Una vez nos hemos hecho las preguntas necesarias para analizar la realidad del teletrabajo a la que nos enfrentamos –a nivel organizacional, de los equipos de trabajo y desde el punto de vista individual–, hay que obtener la información necesaria para responderlas. Después, sería interesante definir qué métricas e indicadores pueden ayudarnos a estudiar este fenómeno de forma estandarizada
¿Cómo obtener información sobre el teletrabajo?
Un primer acercamiento al problema ha consistido en la recogida de información mediante cuestionarios acerca tanto de las prácticas implementadas por las organizaciones como del estado de los empleados y los equipos de trabajo en diferentes cuestiones (capacidades digitales, organización del trabajo, relaciones con sus compañeros, etc.).
Esta aproximación, sin duda fundamental, tiene dos limitaciones principales:
- la información recogida es auto-informada y por tanto está sujeta a diferentes sesgos; y
- su obtención requiere de un importante esfuerzo, mayor cuanto mayores son las muestras de trabajadores a los que se desea encuestar.
Una forma de complementar este acercamiento es a través del estudio de la información presente en los sistemas que se utilizan para el teletrabajo, desde las plataformas virtuales a las que se conectan los empleados hasta los sistemas de telefonía. En estos sistemas se almacenan diversos datos con gran valor de cara a la descripción de las diferentes prácticas que se desarrollan en el entorno de teletrabajo.
Las ventajas fundamentales de la utilización de estos datos son dos:
- la objetividad del registro (aunque evidentemente también está sujeto a sesgos); y
- la posibilidad de analizar mayores volúmenes de datos.
Por otro lado, entre sus inconvenientes está la dificultad técnica asociada al análisis de grandes volúmenes de datos y, sobre todo, el “significado” de los datos obtenidos. Por ejemplo, la respuesta auto-informada de un empleado a un cuestionario de estrés refleja claramente su nivel de estrés, pero, ¿qué puede inferirse de los datos contenidos en los sistemas? ¿Qué significa, por ejemplo, que un empleado tenga más o menos video-llamadas? ¿Mayor o menor estrés?
Aun con estas incógnitas sobre la interpretación de los datos disponibles, hemos de enfrentar el reto de utilizarlos para generar métricas relevantes que nos permitan describir cómo está “sucediendo” el teletrabajo y disponer de una base sobre la que comparar diferentes prácticas, valorar acciones de corrección y estudiar la evolución de la situación de teletrabajo, entre otras cuestiones.
¿Por dónde empezamos? Métricas e indicadores para el teletrabajo
El título de la pregunta es pretencioso: ya hemos empezado y llevamos tiempo trabajando duro en el análisis de la fuerza de trabajo. Pero tal vez un poco de estructura no nos vendría mal. Y lo primero es reconocer que el teletrabajo, por mucho que viniera siendo anunciado sistemáticamente en todos los informes institucionales a nivel mundial como una tendencia a consolidar, nos ha pillado con el pie cambiado.
En una revisión de las principales métricas y KPI’s estándar utilizados en el mercado para “describir” los fenómenos de la fuerza de trabajo que atañen a las organizaciones –Center for Talent Reporting (CTR), Global Reporting Initiative (GRI) y el Centro Avanzado para el desarrollo de Métricas de Talento Organizacional (CAMTO) del IIC–, encontramos que la presencia de indicadores que nos ayuden a entender el teletrabajo es más bien escasa.
Únicamente en CAMTO podemos encontrar algunas métricas específicas sobre teletrabajo: aquellas referidas al estado de digitalización de la organización y de sus sistemas de comunicación entre los empleados y, más específicamente, dos métricas referidas al alcance del teletrabajo en la organización (en cuanto al porcentaje de personas y de horas que teletrabajan). Por tanto, las métricas disponibles son claramente insuficientes para lidiar con una situación que promete ser muy relevante en este futuro próximo.
Reconocidas las limitaciones de las medidas descritas, una posible hoja de ruta sería la siguiente:
- Establecer cuáles son los parámetros que nos interesan. El primer paso en esta hoja de ruta sería establecer, para los tres niveles de análisis comentados anteriormente (organización, equipos y empleados), cuáles son los aspectos que nos interesa valorar.
- Desarrollar métricas para informar sobre los aspectos de interés. El segundo paso ha de constituirlo el desarrollo de un lenguaje compartido que nos permita hablar en los mismos términos respecto al fenómeno. Y ese lenguaje compartido son las métricas. ¿Qué cuantificación numérica podemos utilizar para describir de manera fidedigna cada uno de los aspectos señalados anteriormente?
- Comprometer a empleados, gestores e instituciones en la necesidad de desarrollar una cultura del dato, también para el teletrabajo. Esta cultura del dato nos ayudará a disponer de datos de calidad que sumen a descripciones precisas de la realidad.
- Gestionar con base en la evidencia. Incorporar las métricas en nuestro quehacer diario y tomar decisiones apoyados en la información que proporcionan.
- Evolución constante. Y fruto de lo anterior volver a identificar nuevos aspectos, a explorar y comenzar de nuevo. Mantener la lógica de que no tenemos todas las respuestas y la inquietud por buscarlas será fundamental para progresar en este ámbito (al igual que sucede en todos los demás).