Según el último informe sobre el Índice de Transformación Digital de Dell Technologies, esta sigue siendo prioridad para las empresas en términos de diferenciación, competitividad y productividad, pero apenas un 5% se consideran líderes digitales. Más de la mitad de las organizaciones se queda en la etapa de adopción y evaluación de la tecnología.
En un contexto en el que hemos sido capaces de adaptarnos y transformar muchos de los procesos en un tiempo récord para teletrabajar, Virginia Arranz, consultora experta en competencias y RR. HH. del Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), cree que es el momento de impulsar esa transformación e insistir en las competencias digitales, para que el experimento no se quede en eso y podamos aprovechar lo aprendido.
En este sentido, la evaluación de competencias digitales puede dar pistas a la organización de cómo actuar al respecto. Dio a conocer su utilidad en un webinar organizado por el Observatorio de Recursos Humanos (ORH), para impulsar la transformación digital a través del talento.
¿Qué permite la evaluación de competencias digitales?
Además de la seguridad y privacidad de datos y la escasez de recursos, entre las principales barreras para la transformación digital, hay dos que tienen que ver con las personas, con sus actitudes y competencias digitales. El mismo informe apunta a la falta de habilidades y a una cultura digital inmadura en la que, según Virginia Arranz, hay que poner el foco.
Y es que la transformación va más allá de digitalizar procesos y adoptar la tecnología: hay que sacar el máximo provecho de las herramientas digitales e innovar en el negocio. Por eso es importante evaluar competencias digitales, porque el índice de madurez digital de la organización depende de cómo usan la tecnología los profesionales.
Sabremos cómo está la organización si sabemos cómo están los colectivos, áreas, edades o géneros. “Hay que conocer el mapa de talento digital para llegar a completarlo”, explica Virginia Arranz. Más en concreto, los resultados derivados de la evaluación en actitudes y competencias digitales proporcionan información útil a las empresas de cara a alcanzar objetivos como:
- Identificar barreras ante la transformación digital.
- Conocer el nivel de digitalización general y agrupado.
- Identificar embajadores (talento digital) que actúen como drivers.
- Diseñar una capacitación a medida.
¿Cómo se mide el talento digital?
Para ello, la herramienta de evaluación de competencias digitales del IIC explora tres variables críticas para conocer el talento digital de los profesionales:
- Opinión y valoración acerca de las posibilidades de la tecnología en diferentes ámbitos.
- Predisposición e interés por incorporar, adaptarse y aprender a manejar la tecnología en el trabajo.
- Nivel competencial para desenvolverse eficazmente con la tecnología.
De los resultados obtenidos en las tres variables, se pueden llegar a conocer los diferentes perfiles digitales que componen la plantilla de una empresa para diseñar acciones de mejora a medida. Por ejemplo, se podría clasificar como “analfabetos digitales” a aquellas personas o colectivos que, si bien tienen una opinión y disposición favorable hacia el uso de la tecnología, no conocen o no saben usar bien la tecnología. En este caso, por ejemplo, convendría poner el foco en la capacitación para el uso efectivo de la tecnología y no tanto en la actitud, como sería el caso de un perfil “escéptico”.Así pues, la prueba proporciona una información completa de cómo la persona afronta el uso de la tecnología desde diferentes perspectivas: cognitiva, actitudinal y competencial. “No solo medimos para conocer un resultado y hacer un diagnóstico “sabe o no sabe”, sino sobre todo para saber cómo poder impactar sobre él”, comenta Virginia Arranz.
Con esta prueba de evaluación de competencias digitales, ya se han emprendido desde el IIC diferentes proyectos a medida con empresas españolas. En líneas generales, parece que predomina entre nuestros profesionales un perfil digital caracterizado por valorar y apreciar las posibilidades de la tecnología y por mostrar una buena predisposición a su uso, lo que se traduce en un manejo bastante eficaz y autónomo de las herramientas tecnológicas necesarias para el trabajo.