Como hablantes, experimentamos y somos artífices de cambios en el lenguaje. Incorporamos nuevas palabras y les damos nuevos significados por sernos útiles o porque los necesitamos para designar nuevas realidades. Últimamente, estos cambios tienen bastante influencia del mundo de la tecnología, que ya es parte de nuestra vida y que está especialmente presente en la comunicación.
Este fue uno de los temas abordados en el coloquio sobre Lenguaje Artificial organizado por la Sociedad para el Estudio Multidisciplinar y Fundamental (SEMF). Para hablar de ello, contaron con Carmen Torrijos, lingüista computacional en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), Laura Martín-Pérez, lingüista computacional en Everis, y María José Frápolli, catedrática de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Granada. Las expertas debatieron, en general, sobre cómo evoluciona el lenguaje natural, cómo se modifica e incluso cómo se crean lenguajes artificiales.
El potencial de los modelos de lenguaje
Ante la pregunta de cómo se crea nuevo lenguaje o un lenguaje artificial, pensamos en el ámbito de la tecnología, que asociamos al lenguaje de las matemáticas o de la programación. Sin embargo, estos lenguajes formales se utilizan a su vez para estructurar y procesar el nuestro, el natural.
Para Carmen Torrijos, “todo lenguaje artificial es un intento de lenguaje natural, que puede ser más preciso, pero que no tiene un crecimiento orgánico”. El de la tecnología, por ejemplo, estaría creado por los humanos a imitación del lenguaje natural y acorde a sus necesidades.
En este sentido, Laura Martín-Pérez comentaba que “quizás no tengamos que crear un lenguaje artificial y común, sino que, mediante la tecnología, podemos comunicarnos con otras lenguas”. Y parece que dio en el clavo. Carmen Torrijos también apuntó a los modelos de lenguaje y su potencial para una traducción automática universal.
En concreto, se centró en los modelos multilingües que pueden desarrollarse con técnicas de Machine Learning y Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN), y que a base de observar textos, pueden aprender cuáles son los patrones que rigen el lenguaje natural. Puso como ejemplo el proyecto LUNAR, que pretende “generar un súper modelo multilingüe que sea capaz de absorber lenguaje en todos los idiomas del mundo y comprender, con un altísimo nivel de abstracción, cómo funciona el lenguaje humano”, explicaba la lingüista computacional del IIC.
Así pues, podría funcionar con cualquier idioma, pues el modelo no aprende del inglés o del español, sino que se nutre de todos para crear un lenguaje matemático común y universal, que luego pueda descodificarse en cualquier idioma. Para Carmen Torrijos, este puede ser también el camino para acabar con la infrarrepresentación de las lenguas minoritarias.
El lenguaje cambia con la tecnología
Ya al principio de la charla, María José Frápolli mencionó que el lenguaje es una expresión de nuestras formas de vida y de nuestras actividades, y que por eso cambia y evoluciona con nosotros. Normalmente, los cambios no se imponen, sino que son fruto de una convención, de la economía de la lengua o de los propios cambios culturales.
Así pues, aunque existan instituciones que dictan normas de lenguaje, estas tienen poco poder si los hablantes no asumen los cambios y los incorporan de manera natural. Se ocupan más bien de recoger los usos y palabras que llegan para quedarse, sin dejar de ser garantes de una comunicación efectiva, por ejemplo, unificando algunas reglas.
Para Carmen Torrijos, el cambio lingüístico natural es muy lento, pero a la vez que la normativa es necesaria y puede apoyar la creación de nuevos conceptos y asentarlos en la lengua, también puede frenar esos cambios. La desactualización puede hacer que “la institución no llegue a estar al ritmo de la sociedad”.
Uno de los últimos fenómenos sobre los que se debate es el del lenguaje inclusivo, que busca ese género neutro con el que todas las personas puedan verse reflejadas en las palabras que utilizamos. Sin embargo, las expertas coinciden en que todavía no nos decantamos ni asumimos ninguna de las opciones surgidas, que pueden funcionar bien por escrito, pero que son difíciles de utilizar en el lenguaje hablado.
Lo corrobora un estudio de la Fundéu en colaboración con el IIC, que analizaba el uso de la @, la x y la e para evitar la mención expresa de género en Twitter. Según recordaba Carmen Torrijos, los resultados indicaban que hay un uso muy fragmentado de las diferentes opciones en los países hispanohablantes.
En general, la @ es la más utilizada, pero esto varía dependiendo del país e incluso de la palabra. En este caso, cree que una recomendación por parte de las instituciones normativas ayudaría, pero que el paso no llega a darse por la inviabilidad de las opciones en el discurso hablado.
Precisamente, las redes sociales también han sido capaces de influir en nuestro discurso. Carmen Torrijos ponía el ejemplo de la noción de retweet (RT), que viene de Twitter y que ha salido de la plataforma para expresar que estamos de acuerdo con alguien o que compartimos lo que dice.
Las demás expertas añadieron que también hemos cambiado la manera de atender, patente en la creación de contenidos troceados o vídeos cortos, y la manera de leer, en diagonal, y que todo eso se refleja en nuestro lenguaje. Al final, vemos la tecnología como una herramienta para estructurar y procesar nuestro lenguaje, pero también puede ser un medio para modelarlo, deformarlo o crearlo. La tecnología está presente el 100% del tiempo y cambia nuestra realidad, la misma que expresamos con el lenguaje.
El coloquio completo está disponible en el canal de la SEMF en Youtube.