En 2014, la Women’s Engineering Society convirtió el día 23 de junio en el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, con el objetivo de destacar el papel de las mujeres ingenieras en un sector que, como otros ámbitos STEM, ha contado tradicionalmente con más presencia masculina.
Poco a poco, esto va cambiando y la visibilidad del trabajo de las mujeres en ciencia y tecnología, con acciones como esta, hace que cada vez más jóvenes elijan formarse en esta áreas, consiguiendo un desarrollo más igualitario o sostenible de nuestra sociedad.
En el equipo multidisciplinar del Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), también caben ingenieras que trabajan en distintos proyectos de Inteligencia Artificial, y que resumen su labor con palabras como “curiosidad”, “superación”, “aprendizaje continuo” o “crecimiento”.
Experiencias de las ingenieras del IIC
Además, algunas de ellas también nos han contado por qué se decantaron por la ingeniería y cómo es trabajar en el IIC. Teresa Solano eligió estudiar Ingeniería Informática y Matemáticas porque, desde pequeña, le llamaron la atención las ciencias y porque sus padres se dedicaban a ello: “mis padres habían estudiado matemáticas y tenían una academia».
En el instituto siempre tuve esa opción, pero pensaba que solo iba a tener salida en la docencia y no me veía dando clases. Al final, como la informática siempre me había llamado la atención y estaba el doble grado, decidí hacerlo para aprender a aplicar los conocimientos matemáticos en el entorno informático”, cuenta. De su trabajo en el IIC destaca que “es muy satisfactorio, ya que tienes compañeras y compañeros de los que aprendes de manera continua, y no solo conocimientos técnicos”.
A Paloma Pérez, ingeniera en Telecomunicaciones, le pudo la curiosidad: “siempre he tenido mucha curiosidad por saber cómo funcionan las cosas, obtener respuestas y crear soluciones. Decidí estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones para saber cómo funcionaba aquel mundo completamente desconocido para mí de las redes de comunicaciones y, efectivamente, me fascinó todo aquello. Por el camino descubrí la ingeniería de software, en la que me especialicé posteriormente y que ahora me apasiona”.
En el IIC también aplica esa pasión, según cuenta, “desde el primer momento he tenido la oportunidad de participar en proyectos muy interesantes de innovación y desarrollo. En el IIC he podido seguir formándome y he podido desarrollar plenamente mis aptitudes y capacidades para resolver problemas y llevar a cabo los proyectos que diariamente se nos presentan, ofreciendo soluciones complejas y de calidad en un entorno laboral inmejorable”.
Sofía Cerdá también llegó al doble grado por su gusto por las matemáticas: “aunque la gente no lo crea, yo las veía como un juego muy entretenido. Por eso decidí estudiar Matemáticas e Ingeniería Informática, porque me parecían la combinación perfecta para conseguir una mentalidad más abstracta y analítica, y a su vez, aprender herramientas para poder encontrar soluciones a distintos problemas en el ámbito de la ciencia de datos”. Igual de entretenido le parece el IIC, “ya que con cada nuevo proyecto aprendes alguna cosa nueva”, cuenta.