Reflexionar acerca de la calidad y el rigor científico de los contenidos culturales digitales, así como proponer cauces de control de la relevancia de la información, fue el objetivo de la Fundación General del Consejo Superior de Instigaciones Científicas (CSIC) cuando comenzó a trabajar en 2018 en el proyecto ComRigor (Compromiso con el rigor y la calidad científica en las industrias culturales digitales), en colaboración con el Ministerio de Cultura y Deporte.
Fruto de este trabajo, hoy se publica el informe que recoge el estado del arte en torno a la problemática, las reflexiones y aportaciones de los expertos, así como las conclusiones individuales y líneas de actuación propuestas para seguir trabajando en la evaluación y mejora de la calidad y el rigor del contenido cultural online.
Un estudio que ha contado con la participación de Pablo Haya, director de Innovación y Social Business Analytics en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), además de otros expertos y representantes de la cultura, la propiedad intelectual, la investigación o la comunicación.
¿Por qué es necesario asegurar la calidad del contenido cultural online?
La información es esencial a la hora de adquirir conocimiento, e Internet se ha convertido en fuente accesible de millones de contenidos culturales. Sin embargo, no toda la información que se genera en el entorno digital es igual de útil o válida, ni todos los contenidos pueden ser considerados de calidad.
Por ello, la Fundación General CSIC ha querido abrir este debate para investigar y reflexionar acerca de fórmulas y procesos de evaluación existentes y, de esta forma, desarrollar acciones para mejorar el control de la calidad y el rigor científico de los contenidos culturales digitales. Todos los elementos y propuestas generadas en torno a este estudio han sido reunidos en el Informe ComRigor.
Los algoritmos y la relevancia de los contenidos culturales
El proyecto ComRigor parte de definir “cultura”, identificar esos contenidos culturales y analizar las tendencias de producción y consumo, además de considerar criterios existentes para la medición de la calidad y el rigor.
Tras una primera reflexión en torno al objeto de estudio, los expertos proponen líneas de actuación basadas en herramientas y modelos innovadoras para el control de la calidad de los contenidos digitales. Pablo Haya, en concreto, se centra en el desarrollo de algoritmos para medir la relevancia de los contenidos culturales, basados en las valoraciones y comentarios de los usuarios y, por tanto, consumidores de los contenidos.
Con las diferentes aportaciones, se establece una hoja de ruta para desarrollar actuaciones que potencien y garanticen la calidad y rigurosidad de los contenidos generados desde las industrias culturales.