Sin duda nos enfrentamos a un entorno laboral enormemente exigente. Tanto, que una mirada a los datos, más allá de las frases pensadas desde la consultoría estratégica, nos ofrece un panorama en el que se visualiza cómo las demandas del entorno de trabajo están afectando a nuestra salud. Según los datos de la European Agency for Safety and Health at Work en el año 2009 se perdieron 1.250 millones de días de trabajo por bajas de salud.
De ellas entre el 50-60% tiene alguna relación con el estrés. Así las cosas, no cabe duda de que el entorno laboral al que nos enfrentamos puede resultar atractivo, bello también, con grandes posibilidades para desarrollarnos, para mejorar, para crecer; pero también, sin duda, supone atravesar un entorno duro no exento complicaciones, frustraciones y graves lesiones a nuestra salud.
Qué hacer para tratar de ser felices en nuestro trabajo
Los estudios en el contexto de la psicología de la felicidad en los entornos organizacionales parecen ir mostrando cómo cuando las personas se sienten felices son más productivas, se adaptan mejor, se equivocan menos, resuelven problemas, aprenden más, enferman menos…
Qué curioso ¿cómo es posible que tengamos que llegar al siglo XXI para entender algo que a todas luces es tan evidente?
Si se paran a leer los prólogos, introducciones o primeros capítulos de la gran variedad de libros sobre management, liderazgo o gestión empresarial que pueblan las librerías (físicas o virtuales) podrán comprobar como casi todos -en un alarde de creatividad- hacen referencia a las altas demandas personales que provoca el entorno enormemente complejo en el que se desarrolla la actividad empresarial hoy en día.
Esta complejidad se suele explicar por la velocidad con la que suceden los cambios y por el entorno de máxima competitividad global en el que operan las compañías. La otra cara de la moneda es que pareja a esta idea de complejidad aparece la de reto, la de oportunidad, la de momento único. Y, necesariamente, también la de EXIGENCIA.
Es ya casi un clásico la respuesta de Steve Jobs, presidente de Apple, ante la pregunta de qué es lo que quiere de sus empleados: que se enamoren de la empresa. ¡No pedía resultados! Pide otra cosa. Es verdad que pueden ser palabras impactantes de los gurús del Management, pero también palabras que están en boca de casi todos: personas positivas, optimistas, entusiastas, con capacidad para auto-motivarse, en definitiva contentas de trabajar, felices.
¿Qué hacer para tener un trabajo en el que sentirnos felices?
Parece que tres elementos son clave para tener un trabajo en el que sentirnos felices: tensión, relajación y sentido. Son tres ingredientes fundamentales en la vida de las personas. Son clave para nuestro estado emocional.
la felicidad experimentada y, por tanto, influyen –si bien no directamente- en nuestra forma de abordar el trabajo. El equilibrio entre ellos es particular de cada individuo, pero los ingredientes están ahí. Son los tres necesarios.
Al hablar de relajación hacemos referencia al estado necesario mediante el cual nuestro sistema deja de estar en tensión y se recupera.
El concepto de tensión lo relacionamos cada vez más con el estado de fluidez que definió hace ya años un estudioso de nombre impronunciable Csikszentmihalyi . El estado de fluidez sucede cuando somos capaces de concentrarnos absolutamente en la resolución de una determinada tarea. Tanto, que a menudo decimos aquello de “se me ha pasado el tiempo volando”.
Evidentemente para que una tarea requiera de toda nuestra atención (y sostenida además) debe tener ciertas características: resultar retadora para nosotros y que valoremos que podemos desarrollarla adecuadamente (que no esté extremadamente lejos de nuestras capacidades).
A los dos clásicos del estudio psicológico (tensión-relajación) se une la idea del sentido de lo que hacemos ¿recuerdan el último estadio de la pirámide de Maslow? Pues por ahí vamos. No queremos pasar sin pena ni gloria por esta vida. Queremos aportar nuestro granito de arena a este mundo en el que vivimos.
Los estudios parecen ir mostrando que las personas que tienen estos ingredientes en su trabajo son más felices y trabajan mejor: se enamoran saludablemente de lo que hacen. Algunos, incluso, se animarán al HappyShifting pero eso para otro post.
Para terminar, vaya desde este post y con toda humildad una exhortación: ¡piensa en tu felicidad y en la de los que te rodean!
Seguro que te interesa leer el post:
«Retos de la medición del bienestar en las organizaciones saludables«
Good post. Good Thoughts. Completely in agreement. At the right time. Seguimos.
Hola David,
muy interesante el artículo.
Creo que puedo considerarme relativamente feliz con mi trabajo. Soy una persona muy positiva e intento sacar partido del día a día. Si que es cierto que incluso las personas «felices» también tenemos nuestros períodos de bajón.
Gracias Candela por tu comentario !!
Los periodos de bajón ……, claro !! Desde mi punto de vista forman también parte del proceso. Un símil extraído del deporte: en cualquier programa de entrenamiento para una competición los periodos establecidos de descanso y recuperación son considerados como parte fundamental de la preparación. Así también creo que los periodos de «bajón» como tu dices, son necesarios para para poder tener otra visión de la realidad y así tener más información para aplicar nuestras habilidades (las relacionadas con la felicidad desde luego).
En definitiva que la felicidad no es vivir en una nube ajeno a todo y estando siempre en estado de gracia ¿verdad?
Gracias por la aportación,
Acabo de leer tu post y estoy de acuerdo, aunque a veces es casi imposible mantener el optimismo en el trabajo… yo hace años era una persona feliz y realizada en mi trabajo, pero el mal trato que he sufrido por parte de mis jefes sin ninguna justificación, las malas prácicas por parte de mis compañeros, gente que asciende y obtiene subidas de salarios por méritos «poco claros» (cuando no saben ni escribir su nombre correctamente), cuando aportas ideas y sin escucharlas las tiran a la papelera y el hecho de no poder encontrar ningún trabajo igual o mejor, hacen que sea material y humanamente imposible ir a trabajar con optimismo. Es más, me considero afortunado por haber superado mi ansiedad (nunca había tenido y por culpa de estas situaciones desagradables empecé a tenerla).
Uno intenta torear la situación lo mejor posible, pero realmente es difícil ir a trabajar con una sonrisa en la cara e intentar crear buen ambiente y al mismo tiempo tener que ponerte el chaleco antibalas para protegerte de las puñaladas que te meten a diario los «compañeros». Se necesita mucha paciencia…
En cualquier caso, buen artículo, que intentaré aplicar en la medida de lo posible. Un cordial saludo.
Gracias Luis por tu comentario. Es verdad lo que comentas, en demasiadas ocasiones organización, jefes, compañeros y nosotros mismos nos empeñamos en hacer las cosas de tal manera que es imposible trabajar de manera sana. La línea del post es precisamente la de destacar quiénes son los implicados en la «felicidad en el trabajo» y que todos ellos pueden hacer «algo». Suerte.