La accesibilidad y democratización de la información está en el punto de mira en un momento en el que se generan contenidos de forma masiva, sobre todo en texto. La lectura fácil gana importancia al impulsar que las personas con dificultades relacionadas con el lenguaje tengan acceso a la información, aumentando así su calidad de vida.
En este post se presenta con detalle el contexto social y legal que hace necesaria la lectura fácil, así como los objetivos que persigue, los colectivos a los que beneficia y la manera en que la inteligencia artificial y, en concreto, el procesamiento del lenguaje natural (PLN), pueden contribuir a todo ello.
¿Por qué es necesaria la Lectura Fácil? Contexto social y legal
Cada día llega constantemente hasta nuestros ojos y oídos multitud de información a través de la prensa, las redes sociales o los organismos administrativos de la localidad en la que vivimos. Un extracto bancario, las instrucciones de montaje de una estantería o el prospecto de un medicamento son tan solo ejemplos de documentos cotidianos que contienen información de impacto en nuestra vida diaria, pero ¿qué pasaría si toda esa información no fuera accesible para ti?
Las personas que tienen dificultades para poder entender cualesquiera de los ejemplos de documentos de la tabla 1 quedan excluidas de ámbitos muy importantes de la vida como la administración, el ocio o la justicia. Este aislamiento puede llegar a afectar a la salud y bienestar de quienes lo experimentan. Se estima que el 30 % de la población tiene dificultades lectoras o de comprensión lectora (Distrito propio, 2022). Así, surge la lectura fácil como herramienta para romper barreras informativas y facilitar el acceso a todo tipo de contenidos escritos.
Desde un punto de vista clínico, entorno al ~0.6 % de la población de España tiene un grado de discapacidad intelectual o involucrada en el habla reconocido igual o superior al 33 %, tal y como muestran los datos de la siguiente tabla (IMSERSO, 2023). Esta únicamente refleja los datos de personas con un grado de discapacidad reconocido. Sin embargo, hay muchos otros colectivos que presentan dificultades relacionadas con la lectura de documentos cotidianos y acceso a la información: personas de avanzada edad, inmigrantes recientes cuya primera lengua no es la de su país de destino o personas con un nivel educativo bajo.
Tabla 2. Sección de datos sobre personas con grado de discapacidad reconocido igual o superior al 33 % por edad, sexo y tipo de deficiencia que más afecta, publicado en el informe del 31 del 12 del 2023 de IMSERSO: Base Estatal de datos de personas con valoración del grado de discapacidad.
Desde una perspectiva legal, la administración pública promueve la necesidad de que el contenido resultante de un proceso judicial sea adaptado. Para ello, se sirve de dos instrumentos: el artículo 14 del Anteproyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal de 2020 y la Ley 8/2021. El artículo 14 del anteproyecto de ley insiste en el uso de lenguaje comprensible y accesible. Así, cuando una persona se ve implicada en un proceso judicial, se insta a utilizar un lenguaje comprensible y accesible, de modo que pueda conocer y entender los cargos y la acusación. Por otro lado, está el artículo 7 bis de la Ley 8/2021, que reconoce el derecho de las personas con discapacidad a entender y ser entendidas, haciendo obligatoria la adaptación de textos legales.
Se reconoce el derecho de las personas con discapacidad a entender y ser entendidas en cualquier actuación que deba llevarse a cabo, para lo cual, en la letra a) del citado precepto, se dice textualmente que “todas las comunicaciones con las personas con discapacidad, orales o escritas, se harán en un lenguaje claro, sencillo y accesible, de un modo que tenga en cuenta sus características personales y sus necesidades, haciendo uso de medios como la Lectura Fácil”.
Extracto de la Ley 8/2021 (2021, artículo 7 bis.)
Definición de lectura fácil, colectivos y proceso de adaptación de textos
Llegados a este punto, ¿de qué trata entonces la lectura fácil? La lectura fácil es un planteamiento general sobre la accesibilidad a la información y a la comprensión que incluye distintos prismas de adaptación de contenidos: aspectos lingüísticos, pictogramas, tipografía o maquetación.
En el ámbito lingüístico, la lectura fácil trata de redactar y adaptar el contenido escrito a un lenguaje sencillo y claro con idea de facilitar la accesibilidad a la información a personas con dificultades lectoras o de comprensión lectora, como pueden ser personas con diversidad cognitiva o intelectual, con baja formación cultural, con problemas de tipo social o con dificultades asociadas al lenguaje (García Muñoz,2012; Distrito propio, 2022).
Considerando las ventajas que suponen para tantos colectivos los textos adaptados a lectura fácil, cabe preguntarse por los motivos por los que estos escasean. Lo cierto es que la adaptación de textos a lectura fácil es un proceso laborioso que implica recursos valiosos como son el personal cualificado y tiempo de dedicación. Además, la adaptación de contenidos se enfrenta al reto de alcanzar el volumen de información generada diariamente. Según Mena (2021), se estima que en 2025 el volumen de datos creados o replicados en todo el mundo ascienda a 181 zettabytes[1]. Estos tres factores encarecen los costes de generar contenido en lectura fácil, lo que limita el acceso a la información para todos aquellos colectivos que se benefician de ella.
El proceso de adaptación de un texto original a lectura fácil incluye 5 pasos esenciales, tal y como muestra la siguiente figura:
En primer lugar, el experto en lectura fácil ha de leer el texto en versión original y detectar la información relevante a incluir en la versión adaptada, obviando información superflua o redundante. Después, la construcción del nuevo texto adaptado es un proceso meticuloso que requiere de cuidado en la elección de las palabras y construcciones a utilizar para conseguir que la información quede presentada de manera clara y sencilla, pero sin llegar a una versión excesivamente simplista del texto original.
A la redacción del texto en lectura fácil normalmente se añaden dos procesos más: uno de evaluación manual del contenido ya adaptado y otro de corrección. La idea que subyace a estos dos procesos adicionales es identificar aspectos que se hayan podido pasar por alto en el proceso de adaptación y corregirlos para generar un contenido adaptado con la mejor calidad posible. Es entonces cuando el contenido en lectura fácil se encuentra preparado para su publicación.
Precisamente el esfuerzo que conlleva la generación de textos adaptados y la cantidad de contenidos que se generan constantemente física y virtualmente son dos de los motivos por los que cada vez más se valora la aplicación de la tecnología en estos procesos. Desde el IIC, hemos trabajado, por ejemplo, en un analizador de lectura fácil para automatizar la evaluación de esos textos adaptados y poder mejorarlos.
PLN para asistir la redacción en lectura fácil
En un post anterior, ya explicamos cómo el procesamiento del lenguaje natural (PLN) podía servir para mejorar la accesibilidad a la información en el terreno de la lectura fácil. Por un lado, estas técnicas de inteligencia artificial podían automatizar directamente la generación de textos adaptados o, por otro lado, simplemente analizar los escritos para mejorar su redacción.
Ahora ese analizador de lectura fácil tiene nombre propio: ERAS, una herramienta del IIC que ya está disponible en AWS Marketplace. ERAS es un asistente a la evaluación y redacción de textos en lectura fácil cuyo objetivo principal es reducir el tiempo y esfuerzo de la adaptación manual de los expertos
Así pues, la tecnología y, en concreto, la IA, se presentan como vías a explorar para agilizar al menos algunas partes del proceso de adaptación de los textos en lectura fácil. De esta forma, se podrá hacer aún más accesible la gran cantidad de contenidos publicados cada día.
Me interesa probar el analizador de lectura fácil para el español
[1] Equivalencias (en sistema decimal):
- 1 Terabyte (TB) = 1024 Gigabytes (GB).
- 1 Petabyte (PB) = 1024 Terabytes.
- 1 Exabyte (EB) = 1024 Petabytes.
- 1 Zettabyte (ZB) = 1024 Exabytes = 1 millón de petabytes = 1000 millones de terabytes.