Poco a poco se va definiendo el contexto en el que desarrollar la Inteligencia Artificial en España y en Europa. Además de las primeras regulaciones para una Inteligencia Artificial ética que establecen ese marco normativo, ¿cuáles deberían ser las prioridades en materia de IA?
De nuevo, le preguntamos a Amparo Alonso, catedrática en el área de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad de A Coruña y presidenta de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial (AEPIA) que pertenece, además, al Consejo Asesor de la reciente Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Entre los retos, además de una Inteligencia Artificial explicable y confiable, destaca la adopción de la IA en las empresas, la educación para una cultura tecnológica o la inversión en I+D+i.
¿Cómo avanzan las nuevas regulaciones sobre Inteligencia Artificial?
En el tema de la regulación, estamos yendo despacio, pero sin pausa. Yo creo que es fundamental esta aproximación un poco diferente, basada en la ética y en diseñar una Inteligencia Artificial por y para la humanidad, que preconiza la Unión Europea.
La Ley General de Protección y Regulación de Datos entró ya en vigor en 2018 y las directrices para una IA ética, confiable y sostenible, en 2019. En 2020, se publicó el Libro Blanco para la Inteligencia Artificial en Europa y, a finales de año, la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial española. Uno de los ejes de esta también tiene que ver con el establecimiento de un marco ético normativo que refuerce la protección de los derechos individuales y colectivos.
¿Qué acciones de regulación de la IA se plantean en España?
En las acciones concretas, hay muchas que ya se están haciendo. El desarrollo de un sello nacional de calidad en Inteligencia Artificial ya se está discutiendo dentro del Consejo Asesor y el Gobierno empieza a plantearse cómo hacerlo. También se están poniendo en marcha los observatorios que evalúen el impacto social de los algoritmos.
La Carta de Derechos Digitales es otra de las acciones que recientemente se ha cerrado ya. Estaba en consulta pública desde finales de 2020 y en enero ya se cerró, estamos a la espera de una redacción nueva. También se ha puesto en marcha el modelo de gobernanza nacional de la ética en Inteligencia Artificial, con la creación del Consejo Asesor que está en funcionamiento pleno.
Faltaría la promoción de los foros de diálogo nacionales e internacionales, que es algo que todavía no se está haciendo de una manera oficial, pero sí que es cierto que hay muchos foros, mucha participación, en difundir qué puede hacer la IA en la sociedad. Yo creo que es algo imprescindible para llegar más al ciudadano y para crear un clima de confianza.
¿Cuáles serían las prioridades en materia de Inteligencia Artificial?
Las que ya están definidas en nuestra Estrategia Nacional no son muy diferentes de las europeas.
Además de un mayor fomento de la investigación, la retención de talento o el aprovechamiento de los datos para mejorar empresas y servicios, hay muchas cosas que podemos hacer. Es una lista tremenda.
La estrategia ya ha apostado por diferentes áreas: convertirnos en la cabeza de la investigación en procesamiento del lenguaje natural en español, modernizar nuestra Administración Pública o buscar aplicaciones en las que España, dentro de Europa, pueda aportar originalidad o pueda ser un país pionero. En áreas como las industrias creativas, el turismo, la salud o los algoritmos verdes, con los que la Inteligencia Artificial puede servir para conseguir un medio ambiente más sostenible.
¿En qué otras áreas se puede aplicar IA?
En España, creo que el reto también está en poder integrar esta tecnología en sectores tradicionales, además de generar estos nuevos modelos de negocio. Hay novedades con lo que es el fintech, la aplicación de la IA a las finanzas o a las leyes, que son transformaciones de modelos de negocio bastante clásicos y que son claves para el PIB actual. Si no se transforman, no solo vamos a dejar de ser relevantes, sino que vamos a perder mucho peso.
Hay sectores que también son importantes en España como la agricultura, el transporte, la energía, la automoción, la salud, que tienen mucho peso pero que, salvo excepciones, no están siendo muy ambiciosos a la hora de aplicar Inteligencia Artificial.
¿Están las empresas incorporando Inteligencia Artificial?
Aunque la investigación española en Inteligencia Artificial está en bastante buena posición en Europa, y la creación de start-ups también, el nivel de adopción en las empresas españolas es aún un poco bajo, ahí tenemos que intentar dar un salto.
Necesitamos crear una nueva cultura en las empresas, mejorar el conocimiento de nuestros empleados. Muy poca proporción de los empleados españoles, menos del 2%, ha recibido formación en TIC y las empresas no están contribuyendo a ello, mientras que en empresas extranjeras tienen una inversión muy fuerte en programas para la cultura tecnológica de sus empleados.
Esto es básico, y quizás el sistema público de educación también debe participar en todos estos temas de actualización. A lo mejor las universidades deberían plantearse liderar esta formación continua que vamos a necesitar.
¿Qué peso tiene la educación para adoptar la Inteligencia Artificial?
Una de las cuestiones que lastra la implantación de la Inteligencia Artificial es la escasez de conocimiento experto. Necesitamos muchos más profesionales. Y esto vendrá también seguramente de la necesidad de hacer cambios en la educación a todos los niveles: desde las etapas infantiles, con asignaturas de pensamiento computacional, hasta el bachillerato. Necesitamos que nuestros alumnos conozcan y tengan competencias digitales e informáticas, porque es básico para tener esa cultura. Es casi tan básico como aprender a leer o escribir.
También necesitamos romper la brecha de género. Es algo que ocurre en España y en todos los países europeos de nuestro entorno, pero en España el nivel es aún más bajo. La participación de mujeres en los grados de Informática está alrededor del 12%.
¿Y en cuanto a la investigación e innovación en IA?
Necesitaríamos que nuestro ecosistema de I+D+i crezca. Que tanto las empresas como los grupos de investigación puedan colaborar más, crear simbiosis positivas y hacer atractivo nuestro ecosistema.
Ahí vamos a necesitar también que participen las start-ups y las pymes, que son la mayoría de nuestras empresas, porque al final son las que van a poder incorporar a sus plantillas ese talento que necesitamos para ser un país mucho más competitivo.
Y creo que un reto de España en concreto es la falta de inversión y planificación a largo plazo. Tenemos que intentar ser más útiles y más ágiles. Para que las cosas funcionen, necesitamos comprometernos a tener inversiones a más largo plazo y que sean estables frente a los cambios políticos.
En Reino Unido o Alemania lo hacen así, mantienen sus inversiones en I+D+i como una política sostenida, incluso en épocas de crisis, porque se entiende que eso no se puede cuestionar; es algo crítico para la generación de riqueza económica, la creación de empleo o el bienestar social. Esto es importantísimo para poder ser relevantes como país.
Puedes escuchar la entrevista completa en el siguiente vídeo: