A principios de 2020, España se marcó el objetivo de producir un 74% de energía eléctrica renovable para 2030. Una meta que se enmarca en la transición del sector energético, hacia un modelo sostenible, y a la que la tecnología puede ayudar mucho.
Aunque no se atreve a hacer predicciones, Álvaro Romero, director técnico en el área de Energía del Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), también cree que el futuro de la industria energética pasa por la digitalización y la descarbonización.
Para este último proceso, es necesario dar paso a las mencionadas energías renovables, mientras que la digitalización, por su parte, podría resolver las problemáticas que puedan surgir en la seguridad del suministro. Además, las nuevas tecnologías, sensores y modelos de Machine Learning permitirían desarrollar redes inteligentes y eficientes, lo que promueve la inversión por parte de cada vez más empresas.
Inteligencia Artificial en energías renovables
Así pues, esa transición energética necesita de la innovación, para adelantarse al nuevo contexto y las necesidades que vayan surgiendo. Cada vez más empresas energéticas aprovechan el Big Data y la Inteligencia Artificial para abordar esta transformación y asegurar la sostenibilidad. Estas tecnologías ocupan ya el centro de sus estrategias porque, como indica Álvaro Romero, “lo consideran un factor clave para su crecimiento, desarrollar nuevas líneas de negocio, reducir costes, etc. En definitiva, ser más competitivos y tomar mejores decisiones”.
La Inteligencia Artificial puede ayudar especialmente y desde muchos puntos de vista a las energías renovables, para conseguir un desarrollo y uso óptimo de estas fuentes. Según explica el experto del IIC, “estas energías suelen ser energías no gestionables y es complejo estimar su producción por la volatilidad de las condiciones meteorológicas”. Es por esto por lo que se necesitan sistemas de predicción de energía como los desarrollados en el IIC, que se sirven de datos de distinta naturaleza para conocer con antelación y la mayor precisión posible la energía que va a ser producida, y así poder participar en los distintos mercados eléctricos.
Entre los datos más interesantes para estos usos, Álvaro Romero apunta los históricos de las plantas a analizar, que dependiendo del problema pueden variar mucho. “Aun así, se suelen completar con otras variables exógenas como son los datos de carácter meteorológico, socioeconómico y open data”, explica.
Además, aunque estas aplicaciones de predicción de la generación y la demanda son las más utilizadas, añade que las técnicas de análisis de datos son útiles también para el mantenimiento y alargamiento de la vida útil de las plantas renovables, la detección de anomalías o el control de los activos distribuidos.
Inversión en tecnología y prosumidores
La tecnología ha demostrado ser necesaria para seguir con nuestras actividades y nuestra vida en estos meses de crisis sanitaria. Y en el sector energético en concreto, ha sido clave para mantener el suministro. Por ello, Álvaro Romero cree que es fundamental seguir apoyando la inversión e innovación en este campo.
Pero, ¿cómo deberían empezar a invertir las empresas energéticas en Inteligencia Artificial y otras tecnologías? “Para decidirse a invertir en un determinado proyecto creo que se debe pensar a largo plazo y estudiar los posibles retornos, y que se debe comenzar por pilotos que aseguren la viabilidad del proyecto”, explica el experto.
En estos casos, para no hacer grandes desembolsos en hardware, está ganando adeptos el uso de la nube: “hay empresas apostando por llevarse la mayoría de sus servicios a la nube, otros por nubes híbridas y otros por tenerlos on premise. En general, para los proyectos en los que se requiere una capacidad de cómputo puntual o aquellos que pueden necesitar escalar muy rápido suele ser más efectivo el uso de servidores cloud que dejas de pagar cuando terminas de usarlos”, recomienda Álvaro Romero.
Por otro lado, el papel de la sociedad también va a ser relevante en esta transición energética. “Esta generación distribuida afectará y mucho al control del sistema eléctrico. Además, jugaremos un papel muy importante en el coche eléctrico, en la inversión en eficiencia, etc.”, apunta el experto del IIC. Los ciudadanos nos convertiremos en los denominados “prosumidores”, palabra que fusiona y difumina a productores y consumidores de energía.
Fotos y gráficos: Freepik