¿Qué impacto puede tener la Inteligencia Artificial en el proceso educativo y en el aprendizaje de los estudiantes? Fue la pregunta que se hicieron en el evento “Motores del cambio: Big Data y Educación”, organizado por EducariaLab.
Álvaro Barbero, chief data scientist del Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), se encargó de la sesión de apertura. Dio una visión general y explicó los conceptos relacionados con la tecnología que se pueden aplicar en el ámbito de la educación.
Además, moderó un panel en el que compartieron su experiencia Paloma Sanz, coach y facilitadora en Colegios Ramón y Cajal, Joaquín Rodríguez, director corporativo de diseño, innovación y tecnología educativa en Institución Educativa SEK, y Joan Lloret, director de Sistemas, Marketing y Comunicación en Franciscanas Ana Mogas. Todos ellos destacaron el trabajo que requiere conseguir datos de calidad y la necesaria concienciación para humanizar la información recogida y evitar los sesgos.
Cultura del dato en educación
Según explicaba Álvaro Barbero, el ámbito de la educación se encuentra en una segunda fase de desarrollo e integración de la Inteligencia Artificial. Es decir, se emprenden iniciativas que cada vez aportan más valor, pero suelen ser proyectos piloto que todavía no se generalizan. Además, la mayoría de ellos se quedan en las primeras fases de recogida y estandarización de los datos, que es esencial para después analizarlos.
Además, mientras se ponen manos a la obra, explicaba Paloma Sanz, sus centros educativos se encuentran creando una cultura del dato también necesaria para darle sentido a ese trabajo. Están realizando una labor de concienciación, tanto de los profesores como de las familias, a la vez que hacen un primer tratamiento de los datos.
Con sus proyectos algo más avanzados, Joaquín Rodríguez y Joan Lloret también recordaban ese trabajo previo y con dificultades de la normalización del dato y el análisis descriptivo de esa información. Sin embargo, el segundo valoraba el impacto que su proyecto está teniendo ya en la organización: “las decisiones en algunas áreas ya se basan en datos”.
Humanizar la toma de decisiones
En su ponencia marco, Álvaro Barbero también adelantaba que “la Inteligencia Artificial no viene a reemplazarnos, sino a complementarnos”. Se trata de otro tipo de inteligencia, más lógica, basada en datos objetivos, que puede ayudar a los docentes, pero no decidir por ellos. Y es que en la educación también influye la parte más emocional, y ahí es donde los profesionales deben marcar la diferencia.
Así que se trata de “humanizar el dato”, explicaba Paloma Sanz. La experta tiene claro que el Big Data tiene un gran potencial y ha llegado para quedarse, pero también que “se necesita un equipo competente detrás de la tecnología”. O al lado, pues son las personas las que seleccionan los datos, programan los sistemas e interpretan los resultados.
¿Usamos la tecnología o delegamos en ella? Esa fue la reflexión que surgió al final del debate. Entre todos, se llegó a la conclusión de que es útil que los docentes tomen decisiones basadas en datos, pero con la debida formación para interpretarlos y guiándose también por su experiencia.
VÍDEO – Big Data y Educación