La inteligencia artificial (IA) constituye una de las innovaciones más relevantes y disruptivas de nuestra era, con un potencial transformador que abarca sectores tan diversos como la salud, la industria, la administración pública y la educación. Sin embargo, para que la IA pueda aportar de manera efectiva y responsable a la sociedad, es imprescindible que se sustente en principios sólidos de fiabilidad y confianza.
En el IIC entendemos la IA fiable como un enfoque integral que se articula en torno a tres dimensiones esenciales: lícita, ética y segura.
Inteligencia artificial lícita
La dimensión lícita de la IA establece el marco normativo que regula su desarrollo, puesta en marcha y su utilización. En el IIC asumimos el firme compromiso de cumplir con la legislación vigente, lo que implica respetar:
- El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), garante de la privacidad y la protección de los datos personales.
- El Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial (Reglamento IA), que establece un uso seguro y responsable de la IA.
- La Ley de Propiedad Intelectual (LPI), que protege los derechos de autor y fomenta la innovación de manera justa y equitativa.
Por ejemplo, en nuestros proyectos de procesamiento de lenguaje natural (PLN), aplicamos metodologías de anonimización y pseudonimización de datos para garantizar el cumplimiento estricto de estas normativas.
Inteligencia artificial ética
La dimensión ética de la IA coloca a las personas en el centro de todas las aplicaciones de esta tecnología. Una IA ética debe respetar la autonomía humana, fomentando la toma de decisiones informada y manteniendo el control humano sobre los procesos automatizados. Asimismo, debe prevenir cualquier forma de daño, ya sea físico, psicológico o social.
La equidad es otro pilar esencial que debe cumplir la IA, la cual exige un compromiso firme para combatir los sesgos y garantizar la inclusión y la justicia. Igualmente, la transparencia y la explicabilidad permiten comprender cómo y por qué la IA toma decisiones, fortaleciendo la confianza y facilitando la rendición de cuentas. Además, la IA debe contribuir al bienestar social y ambiental, alineándose con los objetivos de sostenibilidad y progreso colectivo.
Así, en proyectos como el desarrollo de modelos predictivos para la salud y el ámbito de los recursos humanos, evaluamos los posibles sesgos y establecemos métricas que garanticen resultados justos y representativos para todos los usuarios. Por ejemplo, en recurso humanos, estudiando las propiedades psicométricas de las herramientas de evaluación de competencias y otras características de los empleados, lo que permite disponer de datos de mayor calidad.
Inteligencia artificial segura
La dimensión segura y robusta garantiza que la IA funcione de forma confiable en todo momento. En el IIC incorporamos mecanismos de “guardarrailes” en nuestros sistemas para evitar resultados erróneos o desalineados con los objetivos previstos, garantizando así la precisión y pertinencia de las respuestas generadas.
La veracidad y la actualización de los datos que alimentan estos modelos de IA son primordiales, pues la calidad de la información resulta esencial para preservar la confianza en la IA. La gestión de la privacidad y de los datos se aborda con el máximo rigor, velando por la confidencialidad e integridad de la información en cada fase. Asimismo, la certificación ISO 27001 y el Esquema Nacional de Seguridad respaldan nuestro compromiso con la protección y la adecuada gestión de la información.
La gobernanza de los datos, por último, establece procesos claros de auditoría y rendición de cuentas, consolidando la transparencia y la responsabilidad en todas las etapas de desarrollo y despliegue de los modelos de IA. En proyectos de inteligencia artificial aplicada a la predicción de demanda eléctrica, por ejemplo, realizamos revisiones y auditorias de los modelos que refuerzan la gobernanza y la fiabilidad del sistema.
En conclusión, la IA fiable no es un objetivo secundario, sino un requisito indispensable para garantizar que el avance tecnológico esté siempre alineado con los valores y las necesidades de la sociedad. En el IIC trabajamos cada día para diseñar soluciones que integren estas tres dimensiones —lícita, ética y segura—, con el propósito de contribuir a la construcción de un futuro más justo, confiable y sostenible para todos.