Cuando nos enfrentamos a la interpretación de una frase como esta, sabemos que no todo el mundo lo percibe de la misma manera. Percibimos que hay una segunda intención pero puede que otras personas no lo entiendan así. Naturalmente, Napoleón (el personaje de la novela de Orwell) parece creerse lo que dice.
«Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros».
La mítica frase de Orwell en Rebelión en la granja expresa certeramente la contradicción discursiva del dictador: la igualdad no puede tener grados, o se es igual o no se es igual.
Comparemos ahora la expresión de B. Russell «El actual rey de Francia es calvo». Esta paradoja es inteligible (es decir, entendemos cada una de las palabras) pero falsa o sin sentido: Francia es una república y por definición no puede tener rey. Solo si lo interpretáramos metafóricamente podríamos encontrarle sentido, asumiendo que “rey de Francia” es la mención (la metáfora) a un personaje famoso actual concreto.
Estos dos ejemplos nos muestran lo complejo que es el análisis de contenido semántico. Tenemos básicamente dos tipos de enunciados: los directos y los figurados:
- Los directos pueden ser interpretados sin ambigüedad: «Mañana voy a cambiarme de compañía telefónica». Los enunciados figurados tienen una segunda intención, que debemos descubrir entre la primera capa de significados: «Ah, entonces solo era la consabida publicidad engañosa…vale, me quedo más tranquilo». Ambos ejemplos de ironía y metáfora en Twitter tienen una intención es similar: expresar el deseo de darse de baja del contrato por incumplimiento de las condiciones ofertadas.
- En los figurados hemos tenido que seguir la conversación entre los internautas para llegar a la conclusión.
Por tanto, el lenguaje figurado (donde se incluyen la metáfora y la ironía) necesita de un contexto para ser interpretado, a diferencia del lenguaje declarativo directo, que puede ser descifrado composicionalmente (es decir, por componentes o partes). La manera más habitual y natural de comunicarse es haciendo uso del lenguaje directo. Las palabras significan lo que significan literalmente. Solo cuando queremos decir algo más, recurrimos al lenguaje figurado. Es la diferencia entre «lo que se dice literalmente» y «lo que se quiere decir». La razón por la que no usamos más a menudo la ironía y la metáfora es porque supone un esfuerzo adicional de interpretación para nuestro interlocutor y viola el principio de cooperación comunicativa de Grice: haga que su contribución en cada momento sea la apropiada. En pocas palabras, sea claro y cortés en sus comunicaciones.
Interpretación de la intención en redes sociales
El análisis automático de opinión se enfrenta con el mismo problema que los humanos, pero agravado. Un programa puede analizar las palabras, que previamente hemos clasificado como positivas, negativas y neutras (o sin carga significativa); pero ¿qué hacer cuando hay que interpretar la intención figurada? ¿Cómo definir el contexto en el que «vale, me quedo más tranquilo» es una afirmación irónica y, por tanto, no debe interpretarse literalmente (normalmente la tranquilidad es algo positivo) sino negativamente como «he perdido la confianza en vosotros»? Para poder establecer el contexto, hay que seguir la conversación y codificar en un programa el conocimiento del mundo que hemos ido adquiriendo los humanos a través de la experiencia. ¡No es posible recoger en un diccionario todos los usos metafóricos posibles de las palabras! Continuamente estamos creando nuevas asociaciones entre algo real a lo que queremos aludir (por ejemplo, un personaje famoso) con algo evocado (por ejemplo, el rey de Francia). La clave está en que esa asociación se establece mediante una relación de semejanza que no es explícita y que asumimos que compartimos con nuestro interlocutor. Por eso, si el receptor de nuestro mensaje no descifra la relación entre lo aludido y lo real no se produce la comunicación pretendida.
Pero la ironía y la metáfora no son los únicos ejemplos de lenguaje figurado indirecto que nos podemos encontrar en las redes sociales. Las preguntas retóricas son frecuentes en las discusiones en Twitter entre clientes y servicios de atención. Un caso: «¿cómo lo llamáis a eso? ¿estafa, engaño, timo?» Normalmente las preguntas manifiestan duda, pero en una pregunta retórica se está afirmando categóricamente. De nuevo, debemos distinguir entre lo que se dice y lo que se quiere decir.
Llegados a este punto, podemos concluir que el lenguaje figurado presenta un enorme desafío para la tecnología de análisis de opinión en redes sociales. Efectivamente, los usuarios de la web emplean con asiduidad figuras retóricas para proyectar su personalidad a través de mensajes que están limitados a los 140 caracteres de un tuit (ya hablamos de la relación entre los tuits y los aforismos en nuestro post del Mundial). Por otra parte, esta limitación expresiva hace que los usuarios tiendan a ser agudos y precisos en lugar de mostrar su locuacidad. No olvidemos, finalmente, que el lenguaje figurado está «marcado» frente al lenguaje literal, en el sentido de que tiene una carga extra de expresividad y contenido. Todo lo lingüísticamente marcado requiere un esfuerzo adicional a los participantes en el intercambio comunicativo. Por tanto, inconscientemente los hablantes buscan el equilibrio entre ambos estilos discursivos.
Twitter y el lenguaje figurado
La cuestión ahora es estimar cuál es la proporción de lenguaje figurado que nos podemos encontrar en los medios sociales. En el IIC hicimos un estudio donde analizamos comentarios de Twitter sobre compañías de telefonía móvil y llegamos a la conclusión de que solo un 15% de los mensajes eran figurados frente al 85% de lenguaje literal. Con las naturales reservas a partir de esta a muestra y teniendo en cuenta la diversidad de dominios temáticos que nos podemos encontrar en internet, considero que la proporción entre ambos estilos es bastante representativa. De hecho, es una proporción semejante a la de oraciones con negación (palabras como «no» o «nunca») y oraciones positivas, siendo estas últimas mucho más frecuentes en cualquier texto. En general, se basa en la tendencia universal a que los fenómenos genéricos sean mucho más frecuentes que los fenómenos marcados en las lenguas naturales.
La buena noticia para las aplicaciones de análisis de opinión es que el lenguaje figurado no predomina en los medios sociales y, por tanto, podemos obtener valoraciones bastante ajustadas de lo que piensan de nosotros los usuarios de la red.
Como reflexión final, me permito una cita del poeta checo Rainer María Rilke:
«Busca la profundidad de las cosas; hasta allí nunca logra descender la ironía».
¡Muy bien explicado!
Me encanta tu post, Antonio.
Nada que ver con mi estimada compañía telefónica, a cuya atención al cliente tengo un gran aprecio. 🙂